Un hecho puntual puede molestarte, enfadarte... pero pienso que es el hecho de la repetición, la constancia, lo que llega a irritarnos.
Hay que llevar cuidado con la irritación, ya que si dejamos que vaya a más, y a más y a más, puede desencadenar en ira. Porque la irritación parte de una pequeña molestia, que aislada se puede soportar, pero cuando se repite, y se repite, y se repite, y se repite... a veces no podemos más y ¡zas! explotamos.
Una irritación muy duradera nos lleva a sentir tensión.
Pieza musical: El vuelo del moscardón (Nicolai Rimsky-Korsakov)
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